venerdì 21 ottobre 2011, di Nicola Mariani
Crítica de la exposición: Reality Toys. Galería BLANCA SOTO ARTE. Alameda, 18. Madrid. Hasta el 28 de Octubre 2011.
Que la marca comercial represente hoy en día una categoría paradigmática en la descripción e interpretación de muchos fenómenos sociales y artísticos, y a raíz de ello también una metáfora cada vez más utilizada a nivel retórico e incluso poético, es algo de sobra conocido. Y es que en la actualidad el consumo de marcas tiene un valor cultural y estético sin precedentes, puesto que existe una relación circular muy estrecha entre las representaciones simbólicas de los subjetos y las referencias propias del ámbito del marketing, del merchandising y de lo que más tecnicamente se suele llamar «brand identity».
Como se sabe, desde que el pop art la celebró abiertamente hace ya medio siglo, la dimensión del consumo, en tanto que rasgo cultural típico de la sociedad postbélica, estandarizada y de masas, se ha convertido en una referencia bastante recurrente en la producción artística contemporánea. En este sentido, el tema del consumo representa un tópico casi “natural” para muchas de las concretas opciones creativas actuales.
Todos tenemos claro, hoy en día, que los diferentes momentos de la creación, de la circulación y del disfrute de obras de arte llevan consigo importantes implicaciones comerciales. Asimismo, hemos de reconocer que nuestra mirada actual hacia el arte está cada vez más condicionada por nuestra faceta utilitarista de consumidores de productos y servicios. (¿Cuántas veces hemos hablado de “un Picasso”, de un “Van Gogh” o de “un Hirst”, o de la última exposición del Prado o del Tate, como si se tratara de productos con sus propias marcas comerciales?).
Un sociólogo muy atento a los grandes cambios estructurales que a lo largo de las últimas décadas han afectado al mundo occidental como es Zygmunt Bauman lleva años investigando la influencia del fenómeno del consumo en las sociedades contemporáneas. En su libro Trabajo, consumismo y nuevos pobres (1998) Bauman mantiene que la Modernidad Sólida (caraterizada por el modelo de la antigua “comunidad de productores”, fundada sobre la ética del trabajo y el principio deberistico del “esfuerzo”) ha dejado el paso a la así llamada Modernidad Líquida, en la que vivimos actualmente como una “comunidad de consumidores” dominados por los criterios estéticos de la ideología hegemónica del consumismo. Según Bauman, esto es, el consumismo, fundado sobre el principio del “placer” que procede de “libres elecciones de consumo”, representaría hoy en día la única ideología cultural del capitalismo postindustrial y, al mismo tiempo, el espacio simbólico privilegiado donde todos los estilos de vida contemporáneos se expresan. Incluso la producción artística.
A este propósito, en otro libro - Arte, ¿líquido? (2007) – Bauman escribe: «La vida de la modernidad líquida es un ejercicio cotidiano de fugacidad universal. Los objetos útiles e indispensables de hoy son, casi sin ninguna excepción, los desechos de mañana. Todo es prescindible, nada es verdaderamente necesario, nada es insustituible. Todo nace con la marca de la muerte. Todo se propone con fecha de caducidad. Todo, todo lo nacido o hecho, todo lo humano o fabricado es prescindible. Retomando el viejo conocido dicho, diría que un espectro se cierne sobre el mundo líquido-moderno, sobre sus moradores y sobre todos sus productos y obras: el espectro de lo sobrante, el espectro de lo superfluo».
Estas afirmaciones de Bauman, por mucho que sean fascinantes y evocadoras, necesitan ser tomadas con una cierta cautela, puesto que la mirada sociológica sobre la complejidad de la fenomenología artística puede fácilmente dejarse llevar por un exceso de determinismo socio-céntrico y reduccionista, con el riesgo de subestimar esa componente subjetivista que, como bien se sabe, siempre desempeña un papel fundamental en la producción creativa. A este propósito, se podría citar el trabajo llevado a cabo por el sociólogo italiano Alessandro dal Lago y la artista Serena Giordano, quienes, en el libro Mercanti d’Aura(2006), afirman de una manera muy radical que «l’arte ufficiale esprime oggi il senso profondo di una società mercantile, arida e gerarchizzata» (el arte oficial expresa hoy en día el sentido profundo de una sociedad mercantil, árida y jerarquizada).
Generalziaciones como ésta merecen sin duda una profundización ulterior, sin embargo si nos detenemos a observar el trabajo de artistas más jóvenes no será difícil darse cuenta de que, en efecto, la referencia a los códigos, los registros, las lógicas y las convenciones del lenguaje publicitario está hoy en día plenamente aceptada e integrada tanto en las premisas teóricas como en las concrétas soluciones formales adoptadas. En este sentido, como ya se ha puesto en evidencia anteriormente, una parte significativa del arte actual debe mucho a la tradición del pop art y a su estrecha relación con la cultura comercial de la sociedad de masas. Al fin y al cabo, si Andy Warhol supo convertirse en uno de los artistas contemporáneos más célebres y cotizados de todos los tiempos, ello se debe también a su capacidad de celebrar y magnificar marcas comerciales icónicas como Coca Cola o Campbell’s.
Dentro de este marco socio-cultural y estético se podría situar el ciclo de obras Reality Toys que el artista español Jonathan Notario (León, 1981) [http://www.krop.com/jonathannotario/] presenta actualmente en su primera exposición individual en la galería Blanca Soto Arte de Madrid [http://www.galeriablancasoto.com].
Reality Toys es la marca comercial inventada de una serie de productos y juguetes, aparentemente absurdos y superfluos, realizados de manera artesanal y en gran escala por el propio artista. Estos objetos, que a nuestros ojos de consumidores parecen tener una utilidad muy discutible, materializan un mundo surrealista paralelo, con su propio imaginario y su propia lógica interna: la lógica de la coherencia artística. Cada obra-producto se presenta como un unicum que juega a replicar la aparencia de los productos seriales y estandarizados. Cada uno de ellos tiene su propio packaging, su propio manual de instrucciones y su propia campaña publicitaria. De esta manera se produce un choque entre, por un lado, la naturaleza extraña y paradójica de los objetos (es decir, su inutilidad) y, por otro lado, la estructuración altamente racional del sistema de producción, circulación y consumo de los productos industriales que estamos acostumbrados a manejar.
La muestra está compuesta por una veintena de obras – realizadas mediante técnicas mixtas que unen la pintura con la escultura, el collage, el assemblage e incluso la instalación – y llama la atención por su frescura y coherencia global. La exuberancia colorista y placentera de la mayoría de las piezas, que a menudo hacen referencia a la iconografía de los carteles publicitarios pintados de los años cincuenta y sesenta del siglo pasado, ofrece momentos de auténtico goce visual. En ocasiones las piezas expuestas llaman a la memoria también algunos trabajos new dada (pienso en particular en los combine paintings de Robert Rauschenberg y Jasper Johns) y nouveau réalisme (sobre todo Arman y Daniel Spoerri), o bien a ciertas obras de artistas proto-pop como Eduardo Paolozzi o Tom Wesselmann.
En general, se trata de un proyecto interesante, conscientemente extructurado y bastante convincente. Destacaría el estro inventivo del artista y su originalidad a la hora de abordar un tema tan complejo (y bastante abusado hoy en día) como es la relación entre el subjeto y su cultura del consumo. El tono irónico y el registro ligeramente surrealista elegido por Notario manifiestan una actitud lúdica que, sin embargo, es capaz de explicitar también una componente provocativa hacia el mundo de la publiciadad, jugando con la retórica magnilocuente y paradójica de los slogans más exagerados de ciertos anuncios. Pienso, por ejemplo en obras-productos que prometen éxito en la vida, o bien soluciones milagrosas a problemas aparentemente sin solución, como la Colección de armas para defenderse en inglés (2011, Cuadro-blister. Acrílico sobre madera, Spray, rotuladores, escopeta, mecanismo de sonido, plástico. 122 x 174 cm), o laMini Bomba Atómica Anti Discusiones (2011, Cuadro-blister. Acrílico sobre tabla, Spray, rotuladores, pestaña de madera, Lata, mecanismo de sonido, plástico. 130 x 122 cm).
También hay espacio para momentos de crítica meta-artística, como en el caso de la obra Vomit-art (2011, Caja de madera pintada en acrílico. 122 x 122 x 7 cm (cerrada), 122 x 122 x 122 cm (abierta). Juguete de madera troquelado, con mecanismo vomitador. 51 x 33 x 17 cm. Decorado interior de la caja: Pista pintada en acrílico sobre tabla. 120 x 120 cm. Troqueles: Museo, Árbol, Edificios. Medidas varias).
Este rotundo exordio individual de Notario se presenta como una propuesta limpia y prometedora de cara al futuro. En este sentido, habrá que esperar los nuevos trabajos del artista para constatar si su próximas líneas creativas serán más propensas a una evolución madura de la habilidad y de todo aquel potencial que vemos aquí bien expresados.
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Jonathan Notario, art and consumption
Critical Exposure: Reality Toys. BLANCA SOTO ART Gallery. Alameda, 18. Madrid. Until October 28, 2011.
That trademark represents nowadays a paradigmatic category in the description and interpretation of many social and artistic, and because of that also a metaphor used increasingly rhetorical level and even poetic, is something well known. And in today marks consumption has cultural value and aesthetic unprecedented since there is a very narrow circular relationship between the symbolic representations of subjetos and references specific to the field of marketing, merchandising and what more technically is often called ‘brand identity’.
As is known, since the openly celebrated pop art half a century ago, the consumption dimension, while cultural trait typical of postwar society, standardized and mass, has become quite recurrent reference in artistic production contemporary. In this sense, the issue of consumption represents a topic almost “natural” for many creative options current concrete.
We are all clear, today, that the different moments of creation, circulation and enjoyment of works of art carry important trade implications. We must also recognize that our current look towards art is increasingly conditioned by our side utilitarian consumers of products and services. (How many times have we talked about “a Picasso”, a “Van Gogh” or “a Hirst”, or the latest exhibition of the Prado or the Tate, as if it were their own products with trademarks?).
A sociologist attentive to major structural changes over the past decades have affected the western world as Zygmunt Bauman has spent years researching the influence of the phenomenon of consumption in contemporary societies. In his book Working, Consumerism and the New Poor (1998) maintains that modernity Bauman Solid (caraterizada by the model of the old “farming community” founded on the work ethic and deberistico principle of “effort”) has left the way to the so-called Liquid Modernity, in which we now live as a “consumer community” dominated by the aesthetic criteria of the hegemonic ideology of consumerism. According to Bauman, ie consumerism, founded on the principle of “pleasure” that comes from “free consumer choices”, today represent the only cultural ideology of post-industrial capitalism, while privileged symbolic space where all contemporary lifestyles expressed. Even artistic production.
In this regard, in another book – Art Is it liquid? (2007) – Bauman writes: “The life of liquid modernity is a daily exercise of universal transience. Useful and necessary objects today are, almost without exception, waste tomorrow. Everything is expendable, nothing is truly necessary, nothing is irreplaceable. Everything is born with the mark of death. All is proposed with an expiration date. All, all born or made, or manufactured everything human is expendable. Returning to the old friend said, would say that a specter is haunting the liquid-modern world, about its inhabitants and its products and works: the surplus spectrum, the spectrum of the superfluous “.
These claims Bauman, much as they are fascinating and evocative, need to be taken with some caution, since the sociological perspective on the complexity of artistic phenomenology can easily get carried away by an excess of determinism and reductionism socio-centric, with the risk of underestimating the subjectivist component, as is well known, always plays a critical role in creative production. In this regard, we can cite the work carried out by the Italian sociologist Alessandro dal Lago and Serena Giordano artist who, in the book Mercanti d’Aura (2006) state in a very radical “l’art ufficiale oggi squeezes profondo il senso di società mercantile one, arid and gerarchizzata “(the official art today expressed deep sense of a corporation, arid and hierarchical).
Generalziaciones like this certainly worth a further deepening, however if we stop to observe the work of younger artists is not difficult to realize that, in fact, the reference to the codes, registers, logic and language conventions advertising is now fully accepted and integrated both on a theoretical and in the concrete formal solutions adopted. In this regard, as already highlighted above, a significant part of contemporary art owes much to the tradition of pop art and its close relationship with the commercial culture of mass society. In the final analysis, if Andy Warhol was able to become one of the most celebrated contemporary artists of all time quoted, it is also due to its ability to hold and magnify iconic trademarks such as Coca Cola or Campbell’s.
Within this socio-cultural and aesthetic is likely to bring Reality Toys cycle works the Spanish artist Jonathan Notario (León, 1981) [http://www.krop.com/jonathannotario/] currently presents his first solo exhibition Blanca Soto at the Art Gallery Madrid [http://www.galeriablancasoto.com].
Reality is the trademark Toys invented a number of products and toys, seemingly absurd and superfluous, made using traditional methods on a large scale by the artist himself. These objects, which in our eyes of consumers seem to have a very questionable utility, parallel materialize a surreal world, with their own imagination and their own internal logic: the logic of artistic coherence. Each work-product is presented as a unique example playing replicate the appearance of serial and standardized products. Each has its own packaging, their own instruction manual and your own advertising campaign. Thus a collision occurs between on the one hand the odd and paradoxical nature of the objects (ie, its uselessness) and, on the other hand, highly rational structure of the production system, circulation and consumption of industrial products we are used to handle.
The sample consists of twenty works – made using mixed media painting together with sculpture, collage, assemblage and even the installation – and draws attention for its freshness and overall coherence. The colorful exuberance and pleasant for most of the pieces, which often refer to the iconography of painted advertising posters from the fifties and sixties of last century, offers moments of genuine visual enjoyment. Sometimes the exhibits also call to mind some new work because (I think especially of the combine paintings of Robert Rauschenberg and Jasper Johns) and nouveau réalisme (especially Arman and Daniel Spoerri) or works of artists certain proto- pop as Eduardo Paolozzi and Tom Wesselmann.
Overall, this is an interesting project, consciously extructurado and quite convincing. Estrus inventive highlight the artist and his originality in tackling such a complex issue (and rather abused today) as is the relationship between Sujet and consumer culture. The ironic and slightly surreal registration Notary chosen to show a playful attitude, however, can also explain provocative component into the world of ad serving, playing with magniloquent and paradoxical rhetoric of the more exaggerated slogans certain ads . I think, for example, works-products that promise success in life, or miracle solutions to seemingly intractable problems such as weapons to defend Collection in English (2011, Table-blister. Acrylic on wood, spray, markers, shotgun , sound mechanism, plastic. 122 x 174 cm), or Anti-Bomb LaMini Discussions (2011, Table-blister. Acrylic on board, spray, markers, wooden tab, Lata, sound mechanism, plastic. 130 x 122 cm ).
There is also space for critical moments of meta-art, as in the case of the work-art Vomit (2011, Wooden box painted in acrylic. 122 x 122 x 7 cm (closed), 122 x 122 x 122 cm (open) . wooden toy die with Spewer mechanism. 51 x 33 x 17 cm. Decorated inside the box: Tennis painted in acrylic on canvas. 120 x 120 cm. Dies: Museum, Tree, Building. Measures several).
This individual exordio resounding Notary proposal is presented as a clean and promising future. In this sense, we should expect the new works by the artist to see if your next creative lines will be more prone to a mature evolution of the skill and all that potential we see here well expressed.