“Ley 635: durante el periodo de conquista, ningún habitante del módulo, podrá utilizar la suite de apareamiento con desconocidos y seres de otros lugares.
De lo contrario, las consecuencias serán irreparables”
Una misteriosa arquitectura flotante llega a la playa de Torremolinos. Ella quiere entrar allí.
En los años 50, y sobre todo 60 y 70 la malagueña Costa del Sol vivió un boom turístico sin precedentes. Divisas y modernidad entraron como aire fresco en el país: el fenómeno turístico excedió lo meramente económico para englobar otros aspectos -sociales, culturales, artísticos, ideológicos- aún insuficientemente estudiados
Pero el Torremolinos de hoy, ya no es el Torremolinos glamouroso que hubo en aquella época. Hoy el veraneo se ha democratizado y ya no es privilegio de aristócratas y aventureros excéntricos.
En este marco espacio temporal se sitúa mi cortometraje experimental de ciencia ficción “El hotel del fin del mundo”. Tocando estos temas de manera metafórica y con cierto toque de ironía, pretendo hacer reflexionar al espectador sobre el relax como instrumento de control, la manipulación mental, la posesión sexual y sus aspectos morales, el amor y el deseo como manipulación química, el derecho de imagen, la esencia del ser humano, la democratización del turismo y su pérdida de glamour. Así como muchos otros aspectos como, la relación entre cine y video arte, ciencia ficción y cotidianeidad, seriedad y humor, cine de serie B frente a cine de calidad…
Realicé el video sin un guión previo, improvisando la historia en función a lo que me iba encontrando en la ciudad. Relacioné de esa forma ficción y realidad, rompiendo los límites de la misma.
TRAILER DEL VIDEO:
La pieza se complementa con una gran pintura sobre lienzo, realizada con acrílicos y spray a modo de cartel de la película.